jueves, 7 de marzo de 2019

TAREA 2.2.2 EL HOMBRE Y LA CULTURA


Por lo tanto, solamente la cultura puede ser el último fin que la naturaleza ha tenido razón de poner al género humano” (Crítica del Juicio,83). Como fin “La cultura es el producto más que el producirse de la geórgica del alma. En el mismo sentido, decía Hegel: “Un pueblo hace progreso en sí, tiene su desarrollo y su declinación. Lo que más nada se encuentra aquí es la categoría de la cultura (...) (Filosofía de la Historia).” Resultado de imagen para EL HOMBRE Y LA CULTURA




En su expresión filosófica, la Cultura designa el ser esencial del hombre y su medida de ascensión, sintetiza en toda su concreción  la producción humana material y espiritual. Es encarnación de la actividad del hombre, en los ámbitos cognoscitivo, valorativo, práctico y comunicativo.


La Cultura, como todo concepto tiene su historia. En general ha sido considerada como cultivo de la razón, como “instrucción, ilustración, sabiduría, resultante de haber cultivado los conocimientos humanos”.
En la historia general de la filosofía, ha sido común la identificación de la cultura con el conocimiento, sin destacarse otros momentos esenciales de la actividad humana, como la praxis , el valor y la comunicación8 . Sin embargo, al vincularse directamente con la educación y la formación del hombre, si bien se continúa priorizando el momento cognoscitivo, trasciende sus límites. “Este termino - se refiere a cultura – tiene dos significados fundamentales. El primero es más antiguo y significa la formación del hombre, su mejoramiento y perfeccionamiento. Francis Bacon consideraba la cultura en este sentido como “la geórgica del alma” (De Augm. Scient. , VII,1) alcanzando así también el origen metafórico de la expresión. El segundo significado indica el producto de esta formación, esto es, el conjunto de los modos de vivir y de pensar cultivados, civilizados, pulimentados a los que se le suele dar también el nombre de civilización. El paso del primero al segundo significado se produce en el siglo XVIII por obra de la filosofía iluminista y se precisa bien en el siguiente fragmento de Kant: “La producción, en su ser racional ,de la capacidad de escoger los propios fines en general (y por lo tanto de ser libre) es la cultura.




El significado de la cultura, vinculada a la formación humana, tiene sus antecedentes en Grecia y Roma, es decir, a lo que los griegos llamaban Paideia y los romanos, de tiempos de Cicerón y de Varrón, Humanitas, a la educación debida a las buenas artes (poesía, elocuencia, filosofía, etc.). En este sentido, la cultura fue para los griegos la búsqueda y la realización que el hombre hace de sí, o sea, de la verdadera naturaleza humana, destacándose dos caracteres constitutivos:

1) La estrecha relación con la filosofía.

2) La estrecha vinculación con la vida en comunidad.


En fin, en la concepción de los griegos, el hombre no puede realizarse como tal sino a través del conocimiento de sí mismo y de su mundo, mediante la búsqueda de la verdad; pero sólo su realización se completa y es eficaz, en la comunidad, en la polis. 10
Esta concepción de la cultura de base aristocrático-naturalista, excluía en sus ideas de racionalizar, toda actividad “infrahumana”, incluido por supuesto, el trabajo manual que era propio de los esclavos. Sólo la actividad teórica, contemplativa, era por excelencia, humana.
El concepto griego de la Cultura se conserva en parte, en la Edad Media, aunque la cultura tiene por fin, la preparación del hombre para sus deberes religiosos y la vida extramundana.
El Renacimiento, sin abandonar la concepción aristocrática de la actividad, aboga por valores acorde con el ideal griego, que concibe la formación del hombre en su mundo, incluyendo la religión como parte integrante de la cultura. Pico de Mirándola  como Carlos Bobillo, abordan la salvación humana como medio que hace del hombre un microcosmo, en el cual, el propio macrocosmo encuentra su perfección.
En la época moderna el concepto de cultura se enriquece con nuevas mediaciones. El iluminismo, particularmente, la Enciclopedia Francesa hace énfasis en la necesidad de la crítica racional y la universalización de la cultura, pues no es sólo una empresa de una elite de doctos. El concepto de cultura se amplía, no incluye sólo las disciplinas clásicas, sino las matemáticas, la física, las ciencias naturales, etc.



Ahora el concepto de cultura se identifica con el enciclopedismo. Concepción ésta que va a dominar el siglo XIX y parte del siglo XX, y que fue objeto de la crítica profunda por Benedetto Croce.
Muchas concepciones de la cultura aparecen en la palestra histórica y muchos enfoques y teorías defienden su verdad, a partir de disímiles principios y premisas.

El Marxismo, en la década del 40 del siglo XIX, sin abandonar lo mejor de la herencia clásica, y sin fundar una teoría sistematizada de la cultura, aportará importantes fundamentos con la nueva concepción del hombre, la actividad humana y la historia. Las tesis sobre Feuerbach y la Ideología  Alemana fundan el núcleo teórico de una nueva concepción de la cultura13, al comprender la conciencia como ser consciente y el ser de los hombres como un producto de su vida real y práctica, pues no es la conciencia la que determina su ser, sino el ser social (condiciones materiales de existencia) determina la conciencia social. A partir de este descubrimiento es posible explicar la cultura como ser esencial del hombre y medida de su ascensión.

El hombre, la actividad humana y la cultura

La intelección de la relación hombre-actividad humana-cultura aporta los  principios teórico-metodológicos para una comprensión profunda del devenir humano en sus varias determinaciones sociales. El hombre sociohistóricamente determinado por su praxis social, elabora su segunda naturaleza, crea el cuerpo de la cultura y se realiza en ella14. Se trata de un complejo proceso de objetivación y subjetivación de su ser esencial a través de la praxis, pues la vida, en el decir de Marx, es esencialmente práctica. Sencillamente, “el hombre se duplica no ya sólo intelectualmente, como sucede en la conciencia, sino asimismo realmente, en la actividad, y se contempla a sí mismo en el  mundo que ha creado”15. La cultura como mundo creado por el hombre, integra sus propias condiciones materiales de existencia (ser social) y la conciencia social en la que se transparenta y refleja.
El mundo material y espiritual engendrado en la actividad social y encarnado en la cultura, se convierte en  fundamento de su quehacer teórico y práctico.
El hombre deviene sujeto en la praxis. Esta constituye el núcleo  de la sociedad humana
La actividad humana expresa el modo específico de existencia, cambio y desarrollo de la realidad social, en pocas palabras, es la forma existencial humana, su modo particular de ser, existir, conocer, actuar y comunicarse con los otros hombres.
La actividad, define el eterno devenir humano, como constante proceso activo creador. Una excelente metáfora de Gabriel García Márquez ilustra estos conceptos, “los seres humanos no nacen para siempre, el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos”.

Esto significa que si bien el hombre como sujeto, es portador de actividad, esto no se engendra por generación espontánea, de modo incondicionado. Posee condiciones generales para su existencia en tanto tal; todo un sistema de mediaciones: necesidad – interés – fin - medios y otras determinaciones, engendradas en el proceso de acción, hasta culminar en el resultado impulsado por la praxis. Se trata de un proceso internamente complejo y contradictorio, mediado por la práctica, en tanto relación sujeto - objeto, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente, devienen idénticos. La práctica, tiene una jerarquía particular en los marcos de la actividad humana. Expresa la actividad material adecuada a fines. Por eso engendra la propia necesidad y funda los intereses, fines y medios en función del resultado apetecido. Resultado que debe coincidir con el fin, en tanto expresión de la necesidad y los intereses del hombre.

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